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En la báscula con Miguel Ríos

20 Nov

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Por más que me miro al espejo no me reconozco en esa viejecilla que mis hijos parece que ven en mí. ¡Si estoy tan lozana que podría pasar por la hija de Demi Moore…!

Pero me temo que para Ada y Teo soy una madre distinta. A saber, una señora ya mayor (que no en-la-flor-de-la-vida), con unos kilillos de más (que no estupenda-pese-a-dos-partos) y un poco demodé (que no llena-de-experiencia-y/o-sabiduría).

Y no es que mis niños vayan con el dedo acusador por la casa: “¡Viejuna, viejuna!”. Ellos simplemente lo han interiorizado, y, oigan, de qué manera.

Por eso cuando el otro día les dijimos que íbamos a un concierto de Miguel Ríos, “un cantante de nuestra época”, a Teo no se le ocurrió otra cosa que soltar:

¿Pero sigue vivo?

Esto me hace pensar que callan más de lo que dicen. Aunque a veces dicen más de lo que deberían callar.

Segundo asalto. Estamos delante de una báscula, ese engendro creado por el maligno para torturarnos domésticamente sin piedad. Yo me negaba a pesarme, más que nada para no echar por tierra el día entero, pero Teo insistía: “Venga, Mamá, pésate”.

Que no, Teo, que no me apetece.

Tranquila, Mamá, si llega hasta 120 kilos…

Tengo el corazón muy muy fuerte. Y el aguante. Y la paciencia. Porque no lo castigué a perpetuidad sin tele. Y hubiera estado más que justificado.

Les he revisado la vista y, nada, sin rastro de miopía. He buceado en su psique en busca de traumas con mujeres obesas, y tampoco. Mis niños me ven así con la mirada totalmente limpia. Snif, snif.

Lo único que me consuela es que a veces su mente se confunde, demostrando que aún tienen mucho que aprender. Y entre esas cosas espero que sea que su madre es una mujer espléndida a los “40 y”.

Tercera escena. En el coche. Radio puesta. Canción melódica sonando.

-“Esta canción es tipo Durex”, comenta distraídamente Teo.

Mi santo, un hombre acostumbrado a emociones fuertes, embraga (nunca mejor dicho) al máximo, mete quinta y espera agarrado con las dos manos al volante con profusos sudores fríos cayéndole por la frente. No se pone la pastilla bajo la lengua porque no disponemos de ella. Silencio en el vehículo.

-¿Y qué es eso de Durex, Teo?

-Yo qué sé… Una colonia que anuncian en la tele…

¡Uffffffff!

Afortunadamente, nuestro Teo sigue siendo un niño y aún le queda mucho por descubrir. Entre otras cosas, que su madre es una señora estupenda de 40 (ejem, ejem). Y que no hay que creerse lo que proclama la publicidad.

 

Terry Gragera
@terrygragera