Atención, pregunta: ¿cuál es el lugar en el que se pueden contemplar más insinuantes barrigas cerveceras bajo camisetas de Messi, Ronaldo o Kaká?
-“En un campo de fútbol”… ¡Meeeec! Incorrecto
-“En una manifestación pidiendo que haya Liga 12 meses al año”… ¡Meeeec! Incorrecto
-“En un debate sobre el imperativo categórico de Kant”… ¡Meeeec! Casi, pero incorrecto una vez más.
Por favor, pensad un poco. ¿Es que no os habéis tropezado con hordas de hombres que, sin ningún pudor, se calzan la ca-mi-se-ti-ta de licra de su jugador y/o equipo favoritos como si fueran a redimir al mundo: ¡¡¡cada vez que acuden a un parque de atracciones!!!?
¡Qué estampa! ¡Qué aparición! ¡Qué pintas! Por esto (aunque no sólo por ello) ir con tus hijos a un recinto de este tipo es todo un acto de amor. Yo, como a mis niños los adoro, me fui el domingo a la Warner a empaparme de tatuajes king size al descubierto y equipaciones varias. Pero si hasta vi una de cuando Butragueño jugaba, allá por el Pleistoceno, en el Atlético Celaya; que eso es amortizar…
Al margen de esta pasarela de estilo, la visita resultó de lo más instructiva. Sí, porque aproveché para iniciar a mis hijos en los postulados del marxismo cuando me preguntaron: “¿Por qué esos niños no esperan la cola y nosotros sí?”. Ajajá. Buena cuestión.
«Pues esos nenes y sus papás tan simpáticos no esperan la cola de las atracciones porque han pagado un suplemento especial para diferenciarse del resto y, más chulos que un ocho, saltarse todas las esperas y colocarse los primeros cuando vosotros, hijos, lleváis aquí media hora a pleno sol, para que unos enteradillos os den lecciones de capitalismo salvaje y os planten en toda la cara que vale más el dinero que la inocencia de un niño. Y por eso, Marx ya habló de la lucha de clases hace dos siglos. Pero no os preocupéis, vuestra madre y vuestro padre son honrados trabajadores con la conciencia tranquila; a saber de dónde han sacado el dinero ellos”.
“Jo, mamá, cómo te enrollas, y ¿todo eso para decirnos que tienen un fast pass?”.
Ejem. Para pasar el trago, y como buena madre abnegada, me monté con mis niños incluso en una montaña rusa familiar. El shock vino después cuando, buscándome en la foto de los mejores momentos revuelve-estómagos no me veía. “Ada, parece que no ha salido la nuestra”. “Pero mamá, si estamos ahí”. Aquello fue un cataclismo. Debe de ser que mi santo ha trucado el espejo del baño para que no me deprima, pero ver mis carnes gravitatorias en una instantánea sin photoshopear fue demasiado. Ay, virgensantadelapiedadbendita, ¡qué me he comido yo para merecer esto!
Total, que salí de allí con un bajón de caballo entre los modelitos futboleros, los listillos del pase rápido y la foto canalla que me devolvió a mi cruenta realidad postvacacional.
No obstante, al menos en esta ocasión a Teo no le dio por ejercer de enviado del mismísimo Rouco Varela. Como algunos ya sabéis, mis hijos no tienen inconveniente en hacer aguas mayores donde encarte; es más, parece que es un aliciente insalvable porque en cuanto salimos a la calle, ahí están ellos proclamando su urgencia rectal.
Así que, siguiendo sus instintos más básicos y primarios (que, dejo claro, no ha heredado de mí), nos hallábamos en el Parque de Atracciones hace dos años cuando Teo le pidió a mi santo ir al baño. En el servicio de al lado alguien debía de tener una apretura inaplazable, porque cuenta mi imponderado esposo que se oían ruidos extraños y por la parte de abajo se dejaban ver cuatro pies adultos, en lugar de dos.
Y digo que mi niño es un adalid de la moralidad perdida porque, ni corto ni perezoso, y con toda inocencia, comenzó a pisar con (mucho) ahínco esas sandalias tan juntitas, que, claro pensaría él, estaban en el sitio equivocado, provocando, casi con total seguridad, un interruptus como Dios manda. Ay, si en Roma se enterasen de esto me lo hacían papable…
Desde luego, lo que da de sí una jornada familiar. Para que digan que los parques de atracciones son caros. ¡Pero donde vas a reunir tan impagables enseñanzas! Filosofía y estética en estado puro. Si los griegos levantaran la cabeza, ponían un parque temático en el mismísimo Partenón.
Terry Gragera
@terrygragera
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