Lograr que un niño permanezca quieto, callado… (¡¡¡ y atento!!!) durante una misa es casi imposible. (Y más teniendo en cuenta lo mucho que se afanan la mayoría de los curas en hacer de la celebración un remedio más eficaz que la dormidina).
Pero conseguirlo en dos misas seguidas es todo un acto heroico. Y, por supuesto, fallido en nuestro caso.
El sábado nos tocó ración doble de comuniones. Con dos horas de diferencia, tres de los polluelos del grupo, Almudena, Santiago y Alicia, hacían la Primera Comunión. Ya veis, somos unos amigos tan compenetrados que hasta coincidimos en eso.
Al final de la segunda, Teo ya no se hallaba en sí:
-¿Puedo jugar con el móvil?
-Quiero encender una vela…
– ¿Cuánto queda?
– ¿Puedo jugar con el móvil?
– Quiero encender una vela…
-¿Cuánto queda?
– ¿Puedo jugar con el móvil?
– Quiero encender una vela…
-¿Cuánto queda?
Y ya, para rematar, al borde de la desesperación:
–Mamá , ¿y cuándo es la segunda comunión?
Como dejando claro: “Conmigo no cuentes para ésa”.
Nuestros niños se van haciendo mayores. Y nosotros, sus padres, ya podemos decir eso tan grosero de que nos conocemos hace “20 años”.
¡Pardiez, qué barbaridad! Pero es así: conservamos la amistad desde nuestros tiempos del Club como uno de esos regalos que la vida te hace para siempre.
A estas alturas, cuando nos juntamos, que es, afortunadamente, muy a menudo, le damos a la nostalgia y parecemos Las Chicas de Oro: “Vinaroz: 1992”, o “Balmori: 1994”… Y empezamos a desgranar anécdotas como cuando nos metimos los 60 en una furgoneta en el juego del “¿Qué apostamos?” o cuando Pachi subió en chancletas a los Lagos de Covadonga porque “había que curtirse”.
Ahora que soy madre me pregunto cómo esos padres confiaban a unos veinteañeros como nosotros a sus hijos con discapacidad intelectual (o diversidad funcional, que diría Alfredo reivindicando) cada sábado y cada segunda quincena del mes de julio.
Pero todo acababa saliendo no bien, sino rematadamente bien.
Tan bien que dos décadas después me basta recordarlo para sonreír desde lo más profundo de mi corazón.
No quiero ponerme ñoña, así que volviendo al principio… A ver si el Papa Francisco (que él sí que sabe) consigue modernizar un poquito al clero porque mucho me temo que con otra jornada doble como la del sábado pasado Teo se nos vuelve de ateo para arriba. Y de eso nada, que tal como va el asunto reproductivo en el grupo de amigos del Club nos quedan muchos bautizos, bodas y comuniones que celebrar.
Eso sí, de una en una, a ser posible, queridos míos.
Terry Gragera
@terrygragera
¿mayores? yo creo que lo que nos pasa es que vamos adquiriendo experiencia…. Si Terry, si, ya hace más de 20 años y me da un poco de vértigo cuando digo la cifra. Pero es fantástico poder seguir recordando esos «locos» campamentos. Eso sí, cuando me toque mandar a Irene de campamento lo mismo me camuflo para hacer el seguimiento.
Un beso
Tienes razón, Irene. Somos más experimentados. Pero después de 20 años somos capaces de vernos después de tanto tiempo y seguir compartiendo cariño, confidencias, ilusiones… ¡Es una gran suerte!
Ya somos dos en lo del camuflaje 😉 Besos y muchas gracias.
Jajajaja, que arte tienes para contarlo todo.
Ya me estaba viendo yo al lado de Teo, diciéndole, paciencia, ya queda menos.
Mil besicos
Muchas gracias, Alicia. Te mando un beso enorme.:)
Me gusta tu blog, ¡ea!
No nos conocemos, pero con todo lo que cuentas aquí eres ya como de la «pandilla». Un abrazo.
Mil gracias, Mª José. ¡Me encanta que estés por aquí! Espero que nos podamos conocer en algún momento. Un fuerte abrazo.